Pedro y María decidieron hacer las maletas y dirigirse a un pueblo muy tranquilo que se encontraba bastante apartado de la ciudad.
Su intención era criar allí a su hijo que estaba a punto de nacer. Todavía no sabían si iba a ser chico o chica, por lo que estaba pendiente el analizar losnombres de mujeres y los posibles nombres de hombres que pudiesen gustarles y que, por supuesto, también gustasen al pequeño o a la pequeña que todavía estaba por nacer.
Aunque la primera impresión que tuvieron las veces que fueron al pueblo para ir conociendo el entorno fueron buenas, lo cierto es que ahora que se encontraban residiendo allí, empezaron a tener la sensación de que no todo era tan bonito como parecía.
La gente se había convertido en huraña, y aunque pasasen junto a ellos, no se dignaba ni a saludar y ni tan siquiera a mirarlos.
Esto les llamo bastante la atención porque veían que entre los habitantes sí se relacionaban muy bien, y lo mismo ocurría cuando fueron las primeras veces, pero ahora, directamente, hacían como si no existiesen.
Esto les hizo plantearse que quizás se habían equivocado dirigiéndose a este pueblo, pero ya habían comprado la casa y no tenían la posibilidad de cambiar a estas alturas.
Dándole vueltas sobre qué era lo que podría estar ocurriendo, de repente, ambos se dieron cuenta de que durante el viaje para llegar hasta el pueblo, algo había pasado… Sus vidas se quedaron por el camino en un trágico accidente de coche, pero su ilusión y fuerza les permitió llegar al pueblo como si nada hubiese cambiado.
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